Hay 3 tipos: la supurativa, que tiene una descarga de fluido dentro del conducto biliar y es a menudo de aparición repentina y que por lo general tiene un buen resultado; la no supurativa que es recurrente y tiene un mal pronóstico; y la linfocítica donde linfocitos y el plasma invaden y rodean la vena portal del hígado o la tríada portal y que tiene un mal resultado debido a su más larga naturaleza crónica que progresa en cirrosis del hígado.
La supurativa conlleva inflamación y dolor del abdomen, piel y blanco de los ojos amarillento, fiebre y deshidratación. La no supurativa presenta vómitos, falta de apetito y falta de energía.