En la mayoría de los casos es necesaria la hospitalización. Se diseñará una dieta especial junto con oxigenoterapia y terapia de líquidos con electrolitos y suplementos vitamínicos. El gato debe tener reposo absoluto, alejado de cualquier perturbación y abrigado durante su recuperación. En algunos casos requerirá de alimentación por sonda.
El veterinario recetará medicamentos que ayuden a eliminar el amoníaco y antibióticos que ayuden a reducir las bacterias intestinales que producen amoníaco. Además, hay que tratar la causa subyacente. Si es de origen congénito, la mejor opción es la cirugía para resolver shunts portosistémicos.
El pronóstico depende de la causa subyacente y del grado de afección hepática.