Cuando los nervios periféricos se dañan, el perro presenta debilidad o parálisis en las cuatro piernas, reflejos débiles o falta de reflejos, deterioro muscular y temblores musculares. Si se daña el nervio sensorial, el perro mostrará signos de parálisis de la caja de voz y de la garganta/esófago que afecta la capacidad de comer y beber, parálisis facial, mareos e inestabilidad. Y si quedara dañado el sistema nervioso autónomo (sin control consciente), el perro podría presentar nariz seca, boca seca, ojos secos, frecuencia cardíaca lenta y falta del reflejo anal.