Fiebre, vómitos, diarrea, salivación excesiva, dificultad para respirar (asfixia, tos, náuseas), dolor abdominal, piel y encías de color azul-púrpura, olor a petróleo, mareos, confusión, inestabilidad y dificultad para caminar, temblores y convulsiones, ritmo cardíaco irregular y pérdida del conocimiento. En casos graves puede inducir al coma.

Ingesta, inhalación o contacto con la piel de hidrocarburos: gasolina, queroseno, diluyentes,…

Es muy importante detallar el historial de síntomas que has detectado y si puedes llevar una muestra de vómito será ideal porque permitirá un rápido análisis en busca de destilados del petróleo.

El veterinario encargará un análisis de sangre, un análisis de orina y un panel de electrolitos para detectar alteraciones. También podría realizar una placa para ver si los pulmones están inflamados porque muchos perros desarrollan neumonía por aspiración y es importante tratarla con celeridad.

El veterinario tratará de eliminar las sustancias tóxicas. Para ello suministrará al perro carbón activado y podría requerir un lavado de estómago. Lo que no es recomendable en este caso es inducir al vómito porque puede provocar neumonía por aspiración que es muy peligroso.

Si el veterinario detectara que los pulmones del perro están sufriendo, debería tratarle con una terapia de oxígeno y mantenerlo bajo observación. Si detecta neumonía por aspiración deberá tratarlo de urgencia.

Finalmente, si el derivado del petróleo hubiese entrado en contacto con la piel, el veterinario bañará al perro y probablemente recetará antibióticos tópicos para reducir la irritación.