Normalmente es asintomático. En ocasiones presenta estreñimiento, secreción uretral sangrienta, reducción de la orina o la defecación y el gato se esfuerza en orinar o defecar sin resultados.

Prostatitis sistémica: Vómitos, letargo, inapetencia, pérdida de peso, secreción uretral purulenta, piuria, hematuria, esterilidad y piernas rígidas.

Prostatitis crónica: Infección recurrente / crónica del tracto urinario, hematuria, paso rígido, esterilidad, quiste prostático, neoplasia prostática, pérdida de peso, reflejo defectuoso para la defecación, defecación dolorosa, dificultad para mover las extremidades posteriores y dolor de espalda entre las costillas y la pelvis.

Encontramos múltiples enfermedades y también múltiples causas. Las más comunes son infecciones, quistes, tumores y la edad.

Inicialmente el veterinario realizará una exploración física. Una palpación rectal para determinar el estado de la próstata normalmente es el primer paso. También puede utilizar pruebas de imagen como las ecografías o los rayos X para determinar si la próstata presenta alguna anormalidad.

Si sospechara de infecciones entonces el veterinario realizará analíticas completas de sangre y de orina. Y si pensara que el gato puede tener algún tumor, entonces debería realizar una biopsia para analizar en el Laboratorio.

La solución más usual y definitiva para los gatos que no tengan que criar es la castración.

Si no se quisiera optar por la castración también existen soluciones menos agresivas. Si el problema estuviera motivado por una infección, el veterinario podrá recetar antibióticos. 

En el caso de los quistes, según el tamaño también se podría tratar sólo con medicamentos o habría que drenarlo también pero sería una solución temporal. Y si se hubiese detectado un tumor, lo normal sería utilizar la radioterapia o la quimioterapia para atacar el problema.