Los síntomas pueden variar dependiendo de los órganos afectados. Los más usuales son úlceras y manchas en la piel, fiebre, letargo, pérdida de peso, sangrado e hinchazón.
La vasculitis es una inflamación de los vasos sanguíneos. Y si es sistémica significa que afecta a todo el sistema o sea al cuerpo entero.
En estos casos, la inflamación afecta a las células endoteliales que recubren el corazón, los vasos linfáticos y los vasos sanguíneos. Y esta inflamación afecta a la circulación de la sangre.
Los síntomas pueden variar dependiendo de los órganos afectados. Los más usuales son úlceras y manchas en la piel, fiebre, letargo, pérdida de peso, sangrado e hinchazón.
El 50% de las vasculitis son idiopáticas o sea que no se conoce la causa. En el otro 50% encontramos:
Algunas vasculitis pueden estar causadas por tumores o crecimientos anormales del tejido.
El veterinario preguntará por el historial médico y los síntomas detectados. Empezará con un análisis de sangre completo con recuento sanguíneo y perfil bioquímico y un análisis de orina para ver si hay alguna anomalía que pueda afectar a alguno de los órganos del cuerpo.
Como la vasculitis es sistémica y puede afectar a cualquier órgano, el veterinario también realizará pruebas de imagen con rayos X para detectar posibles anomalías.
También es muy oportuno tomar muestras del tejido inflamado para ver cuál es la causa de la reacción inflamatoria. Una biopsia serviría para tener un diagnóstico definitivo.
Si la vasculitis fuera idiopática, lo más habitual es que requiera un tratamiento de por vida con medicamentos inmunosupresores.. Si fuera secundaria, entonces el objetivo del veterinario será atacar la causa subyacente.