La quimioterapia y la intervención quirúrgica son tratamientos comunes cuando se trata de un tumor. También puede utilizarse la radioterapia, solo que es necesario consultar con el oncólogo veterinario si este tratamiento es beneficioso para su gato.
En algunos casos, puede recetarse medicamentos anticonvulsivos.
Se requiere de vigilancia permanente y cuidados durante la recuperación, con visitas periódicas al veterinario junto con examen de sangre en cada visita. Es probable que deba someterse a su mascota a tomografías computarizadas e imágenes de resonancia magnética local a fin de ver la respuesta al tratamiento. Si recibió un tratamiento anticonvulsivo necesitará evaluación temprana, aproximadamente a los 7-10 días después de habérsele recetado, para así regular las dosis.