En el shock inicial suele presentar frecuencia cardíaca rápida, alta presión arterial, tejidos húmedos enrojecidos, fiebre y respiración rápida. Posteriormente baja temperatura corporal, extremidades frías (por falta de circulación), extremidades hinchadas (por acumulación de líquidos), encías pálidas (cuesta que las encías recuperen su color rosáceo habitual después de aplicar presión con el dedo), poca orina, dificultad para respirar, hemorragia gastrointestinal, y pulso débil.