Si el gato presenta vómitos o diarrea intensos, deberá ser hospitalizado para la administración de líquidos por vía intravenosa y antibióticos.
La clave de un buen tratamiento es identificar el componente problemático y excluirlo de la dieta. Si esto no es posible, el veterinario planificará una dieta nutricionalmente completa pero que vaya excluyendo posibles alérgenos, hasta encontrar la causa definitiva.
Una vez hallada la causa exacta del problema, el pronóstico de la mayoría de los gatos es muy bueno.
El dueño deberá evitar alimentar a su gato con restos de comida o agregar nuevos alimentos sin antes consultar con el veterinario. Si el veterinario ha prescrito una dieta específica, el seguimiento de la misma ha de ser riguroso. De hecho, si hay problemas es porque alguien, aún con buena intención, le ha dado de comer al gato algún alimento con componentes prohibidos.
Solo con un compromiso serio de mantener la dieta se asegura la mejoría de los síntomas clínicos a largo plazo.