Aunque la mayoría de los gatos con un pseudoquiste perirrenal tienen un abdomen no doloroso y agrandado, algunos pueden no presentar ningún síntoma (asintomáticos). En los casos graves, pueden manifestarse síntomas de insuficiencia renal.
Los pseudoquistes perineales son acumulaciones de liquido que se forman alrededor del riñón que hace que éste se agrande. Es una enfermedad rara que puede afectar a uno o a ambos riñones. No suele ser mortal pero tiene que ser tratada con prontitud para evitar que se agrande y se desarrolle una infección bacteriana.
Aunque la mayoría de los gatos con un pseudoquiste perirrenal tienen un abdomen no doloroso y agrandado, algunos pueden no presentar ningún síntoma (asintomáticos). En los casos graves, pueden manifestarse síntomas de insuficiencia renal.
Tumores renales, cirugías y lesiones del riñón son algunas causas del pseudoquiste perirrenal, aunque la causa exacta se desconoce.
El veterinario preguntará por el historial médico y los síntomas detectados. A continuación iniciará una exploración física con palpación exhaustiva en la zona del abdomen. Después realizará una analítica completa de sangre y de orina para conocer el estado general de salud del gato y para evaluar el funcionamiento del riñón.
Si el veterinario sospechara del pseudoquiste, utilizará pruebas de imagen para confirmarlo. Solicitará radiografías y ecografía abdominal para evaluar la dimensión y localización del pseudoquiste. Finalmente también necesitará extraer una muestra del líquido acumulado alrededor del riñón con la técnica de aspiración para analizarlo en el Laboratorio.
Hay gatos que no necesitan tratamiento aunque presenten pseudoquistes perirrenales. Ahora bien, si el gato desarrolla una enfermedad renal, existen distintas maneras de drenar el líquido del quiste. El tratamiento menos agresivo sería drenar el líquido mediante aspiración con aguja guiada por ecografía. Si no fuera posible, el veterinario recurriría a la cirugía.
El veterinario también podría recetar analgésicos para tratar el dolor.
Cada dos meses, hay que realizar un control periódico y riguroso. Algunos síntomas adversos como el aumento de la sed (polidipsia), pérdida de peso o sangre en la orina (hematuria) son síntomas a considerar. I