Los síntomas más habituales son: orina de color mostaza, orina frecuente, orina con sangre y dificultad para orinar. En muchos casos es asíntomático.
Las piedras de xantina son raras en perros. Pueden aparecer en perros con leishmaniosis y que hayan estado mucho tiempo tomando Alopurinol. Esta medicación inhibe la fabricación de la enzima xantina deshidrogenasa que sirve para procesar las purinas y provocando un mayor residuo de xantina. La falta de fabricación de la enzima también afecta a algunas razas como Cavalier King Charles Spaniel y el Dachshund .
Las piedras pueden ser de distinto tamaño. Normalmente empieza con residuos en forma de grava, después se van formando pequeños cristales y acaban en piedras que pueden alcanzar algunos centímetros de tamaño y que se imposible eliminar con la orina.
Los síntomas más habituales son: orina de color mostaza, orina frecuente, orina con sangre y dificultad para orinar. En muchos casos es asíntomático.
Podemos encontrar distintos factores que pueden influir en la aparición de piedras en el sistema urinario. Los más usuales son:
El veterinario primero realizará una palpación para ver si detecta alteraciones en la vejiga o dolores en la zona.
El veterinario preguntará sobre los síntomas detectados. Si se hubiese detectado la imposibilidad de orinar, el veterinario deberá intervenir inmediatamente y colocar un catéter para que pueda salir la orina y administrará líquidos y electrolitos si la circulación estuviera descompensada.
En caso de no ser una emergencia, el veterinario realizará pruebas de imagen para ver la ubicación y el tamaño de las piedras que es lo que determinará el tratamiento más adecuado. El veterinario realizará ecografías y radiografías de la zona.
También se puede detectar cristales en la orina analizando en el microscopio una pequeña muestra de orina.
El tratamiento, como decíamos, dependerá de la zona dónde se encuentren los cálculos, del tamaño y de la materia que los constituya.
Normalmente, lo más fácil sería tratar de disolver el cálculo o expulsarlo con la orina (con la ayuda de medicamentos y bebiendo mucha agua).
Otra opción, si el tamaño no es muy grande, podría ser la urohidropropulsión que serviría para forzar la expulsión de las piedras.
Si la piedra fuera demasiado grande para ser expulsada, podría aplicarse la técnica de la litotricia extracorpórea que por ondas de choque se trata de romper las piedras en pedacitos más pequeños que después puedan ser expulsados por la orina.
Y si con todo, no consiguiéramos retirar las piedras que obstruyen el tracto urinario, deberíamos recurrir a la cirugía.
En estos casos, el pronóstico siempre es bueno a menos que encontremos alguna enfermedad subyacente grave. Lo único es que hay grandes posibilidades de recaída. Se calcula que casi la mitad de los perros vuelven a “fabricar” piedras y por ello es muy importante que el veterinario prescriba una dieta adecuada para el perro y se tenga muy presente que es necesario una buena hidratación (el perro debe beber cuanta más agua mejor). También es importante potenciar las salidas para tratar que la orina permanezca el menos tiempo posible en la vejiga.