El tratamiento se centra en controlar los desajustes que pueda causar el virus. La tasa de supervivencia es del 70% aunque baja en el caso de los cachorros porque tienen un sistema inmunológico más débil.
En el tratamiento, lo principal es evitar la deshidratación, las infecciones bacterianas en sangre o hemorragias intestinales. Para ello, los veterinarios utilizarán medicamentos y antibióticos.
Una vez el perro se haya recuperado, tenemos que ser conscientes de que todavía puede contagiar durante 2 meses. Así que es mejor que no entre en contacto con otros perros en ese periodo. Otro punto importante es la desinfección de todo lo que rodea al perro. Como decíamos, el virus es muy resistente y habrá que desinfectar desde la cama hasta los juguetes del perro (absolutamente todo lo que haya estado en contacto con el perro).
En el caso de la parvo, lo más importante es la prevención y es muy recomendable la vacunación.