• Irritabilidad extrema
• Malestar o dolor al orinar
• Los frecuentes «accidentes» que ocurren fuera de la caja de arena

Las causas  que afecten al tracto urinario pueden ser múltiples: infecciones causadas por bacterias, lesiones, tumores o cálculos. 

En la vejiga, los problemas más usuales son anomalías anatómicas, efectos secundarios de medicamentos o mal funcionamiento de los músculos: En la uretra cálculos, aumento de tensión en el esfínter uretral o anomalías anatómicas. Y en la glándula prostática los tumores o los quistes.

El veterinario realizará una palpación de la vejiga y realizará un examen rectal para detectar posibles anormalidades. 

También realizará análisis de orina, urocultivo para detectar posibles bacterias, ultrasonografía vesical y/o radiografía simple o contrastada de la vejiga y de la uretra para detectar malformaciones en las vías urinarias bajas.

Si se sospechara que puede haber detrás una enfermedad subyacente también sería recomendable realizar un análisis completo de sangre.

Si las vías urinarias no están obstruidas normalmente se solucionará con tratamiento ambulatorio. Se recetarán medicamentos y en poco tiempo debería quedar el problema solucionado.

Si las vías urinarias estuviesen obstruidas, entonces sí sería necesario hospitalizar al gato para evitar una sepsis.