Pérdida de apetito, vómitos, diarrea, deshidratación, depresión, úlceras en la boca, mal aliento y problemas de control de la vejiga.
La nefrotoxicidad inducida por fármacos hace referencia al daño renal provocado por la administración de un medicamento con el propósito de tratar otro trastorno médico. Si no se trata, el daño a las células de los túbulos renales puede llevar a necrosis tubular e incluso insuficiencia renal. Los perros de más edad son más susceptibles a sufrir toxicidad renal.
Pérdida de apetito, vómitos, diarrea, deshidratación, depresión, úlceras en la boca, mal aliento y problemas de control de la vejiga.
Administración de agentes farmacológicos que interfieren con el flujo de sangre hacia los riñones y causan difusión tubular.
El veterinario preguntará por los síntomas detectados y el historial médico del perro. A continuación solicitará un panel de electrolitos, un análisis de orina y, a menudo, realizará una biopsia de una porción del tejido renal. La información le ayudará a identificar la insuficiencia renal y a determinar el mejor tratamiento.
Los daños producidos en los riñones por fármacos suele ser reversible si se detecta a tiempo. El tratamiento consistirá en primero suspender el tratamiento causante de la nefrotoxicidad y después reponer los líquidos y tratar la inflamación renal. La mayoría de los perros con nefrotoxicidad inducida por medicamentos requerirán atención hospitalaria, especialmente aquellos que también sufren insuficiencia renal.
También sería recomendable un cambio de dieta por una especializada baja en proteínas y en fósforo.
Adicionalmente, periódicamente se pueden realizar pruebas de panel de electrolitos para evaluar los niveles de compuesto nitrogenados que se encuentran en la sangre, condición llamada azotemia. Los pacientes con azotemia severa pueden desarrollar insuficiencia renal en solo cuestión de días.
La nefrotoxicidad inducida por fármacos tratada tarde puede incluso conducir a una enfermedad renal crónica meses o años después.