Malformación de los huesos occipitales y primera y segunda vértebras cervicales en la base del cráneo. Provoca compresión de la médula espinal superior y puede provocar parálisis .
Las malformaciones de la columna vertebral suelen ser evidentes al nacer o en las primeras semanas de vida. Los perros con mayor frecuencia heredarán malformaciones como la disgenesia sacrococcígea, apareciendo como un rasgo dominante o la hemivertebra torácica que en ciertas razas es de carácter recesivo.
Los signos visibles de una columna vertebral distorsionada son: 1) lordosis, que consiste en la curvatura en la parte inferior de la espalda, 2) cifosis, que es una curvatura en la parte posterior de la columna y 3) escoliosis, donde se evidencia curvatura lateral de la columna.
Si las malformaciones conducen a la compresión de la medula espinal, el perro mostrará signos de ataxia y parálisis. Por otro lado, las malformaciones vertebrales pueden estar patentes durante el crecimiento acelerado de su mascota, entre los 5-9 meses de edad.
Malformación de los huesos occipitales y primera y segunda vértebras cervicales en la base del cráneo. Provoca compresión de la médula espinal superior y puede provocar parálisis .
Principalmente es de carácter congénito, sin embargo, existen otros factores que pueden promover malformaciones vertebrales posiblemente al exponer a perras embarazadas a: compuestos químicos que causan defectos de nacimiento durante el desarrollo fetal, toxinas, deficiencias nutricionales y estrés.
Se realizará un examen físico completo. Las radiografías de la columna vertebral, así como la tomografía computarizada y las imágenes de resonancia magnética a menudo pueden revelar la malformación exacta. Si hay parálisis, se puede utilizar una mielografía para indicar con precisión a qué nivel se comprime la médula espinal.
La cirugía puede ser útil para los casos que involucran el estrechamiento del canal espinal para conseguir la descompresión de la médula espinal. El daño secundario debido a la compresión de la columna vertebral puede evitarse si la intervención quirúrgica se realiza en una etapa temprana. Si la compresión espinal es difusa o prolongada, es posible que el perro no responda a la cirugía.
Un perro que muestra signos neurológicos como mareos, convulsiones o parálisis después de la operación debe restringir la actividad y asistir a terapia física para su recuperación.
Si la condición es grave e intratable, debe considerarse la eutanasia.