Los primeros síntomas incluyen lesiones en la parte inferior de los pies y entre los dedos, donde el anquilostoma ha entrado en la piel. Si la larva del anquilostoma entra en los pulmones, entonces puede presentar un cuadro con tos.
Otros síntomas que pueden presentarse son heces oscuras y alquitranadas, diarrea y estreñimiento. Un gato infectado con anquilostoma tendrá un aspecto poco saludable y poco apetito; el revestimiento de sus fosas nasales, labios y orejas será pálido.
Las complicaciones pueden aparecer repentinamente y pueden provocar la muerte si el gato no es tratado inmediatamente. Por el contrario, un gato mayor podría estar portando un pequeño número de gusanos y no mostrar síntomas, donde un animal joven se enfermaría por ello.