La leucemia felina: virus FeLV
Urgencia: Lo antes posible
Pronóstico: Reservado

La leucemia felina es una enfermedad crónica, grave y bastante extendida en los gatos. Está provocada por un virus que ataca al sistema inmunitario y esto deja al gato expuesto a infecciones o enfermedades. 

Se contagia entre gatos pero no a los humanos

Síntomas

Pueden no mostrar ningún signo, incluso durante años. Algunos de los síntomas más comunes de la leucemia felina incluyen:

  • Anemia
  • Letargo
  • Pérdida de peso progresiva
  • Susceptibilidad a la infección
  • Diarrea persistente
  • Infecciones del oído externo y de la piel y un mal estado del pelaje.
  • Fiebre (se observa en alrededor del 50 por ciento de los casos)
  • Marcha o movimiento tambaleante, descoordinado o de apariencia borracha
  • Debilidad generalizada
  • La inflamación de la nariz, la córnea o los tejidos húmedos del ojo
  • Inflamación de las encías y/o los tejidos de la boca (gingivitis/stomatitis)
  • Linfoma (el cáncer más común asociado al FeLV)
  • Fibrosarcomas (cáncer que se desarrolla a partir de tejido fibroso)
Causas

El virus muere rápidamente en el exterior y por lo tanto, para el contagio es necesario el contacto directo entre gatos. Las formas más usuales de contagio son:

  • Secreciones nasales o saliva. Por ello es recomendable no compartir comederos o juguetes
  • Mordeduras
  • Orina o heces
  • Transmisión entre madre e hijos
Diagnóstico

Es una enfermedad difícil de diagnosticar porque los síntomas son muy similares a los de otras enfermedades. Lo ideal es utilizar unos kits de diagnóstico para detectar las proteínas virales en la sangre de los gatos. 

Los gatos con leucemia felina pasan por 3 fases:

  • Viremia donde el virus se desarrolla y provoca la infección.
  • Fase de aumento de carga viral que normalmente es asintomática y es cuando es más fácil detectar el virus
  • Fase de inmunodeficiencia
Tratamiento

Lo ideal es la prevención y evitar que el gato infectado conviva con otros gatos. Para la prevención también existen vacunas que a pesar de no ser 100% efectivas, reducen el riesgo de contraer la enfermedad.

Si el gato ya ha adquirido la enfermedad, el veterinario tendrá que tratar que el virus no provoque alteraciones en el bienestar del animal. Hay que vigilar que no provoque cánceres y que no afecte a distintos órganos.