Debilidad, letargo, depresión, somnolencia, dificultad para respirar, convulsiones, aborto en animales gestantes (especialmente aquellos en el último período de gestación), sordera, movimientos descoordinados, piel de cereza y mucosidad en las membranas (por ejemplo, fosas nasales, labios, orejas y genitales).
Los síntomas con exposición crónica al monóxido de carbono incluyen: náuseas, niveles anormalmente altos de ácidos en la sangre, vómitos, tos, síntomas parecidos a la gripe, pérdida de resistencia al ejercicio y alteraciones en la marcha. Dependiendo de la concentración y la duración de la exposición del monóxido de carbono, los síntomas pueden ser de naturaleza aguda o crónica. Este envenenamiento puede llevar al coma o a la muerte.