Diarrea, anorexia, pérdida de peso, estreñimiento, incontinencia fecal y ulceras en la región perianal.

Sus causas aún no se han definido claramente, pero puede resultar de la incapacidad del diafragma de la pelvis para soportar la pared rectal. Este problema pueden sufrirlo todas las razas no siendo prevalente en ninguno de los sexos. Ahora bien, los perros machos sin castrar pueden tener una mayor predisposición a sufrir este problema.  

También suele pensarse que los perros que poseen una amplia base de cola padecen inflamación en la región perianal porque esa zona está menos ventilada. Si es cierto que los perros que tienen glándulas sudoríparas en esa región tienen mayores posibilidades de irritación.

El veterinario buscará cualquier signo de infección bacteriana en la región perianal del perro. Si la inflamación es más grave, se tomarán muestras para realizar una biopsia. Normalmente, el pronóstico de recuperación es bueno.

En la clínica veterinaria limpiarán el área de la herida para prevenir la infección y realizarán una terapia calmante con agua. Es posible que el veterinario administre pomada antibiótica y con corticoesteroides.  

Se hace necesario un cambio en la dieta del perro para incluir más fibra, lo cual facilita una evacuación más fácil y con menos dolor. Existen suavizantes de heces que se pueden administrar como complemento dietético para el perro. 

En casos severos es posible que se requiera cirugía para eliminar tejidos inflamados o dañados. El perro necesitará posteriormente medicamentos que le ayuden a la curación y cicatrización. 

Por desgracia, pueden surgir complicaciones: pérdida de peso, incontinencia fecal o flatulencias. Por eso es importante asegurar bien la cicatrización de la herida.