Los gatos que desarrollan un edema periférico a menudo tienen un historial de alergias, u otras enfermedades inmunológicas, cardíacas u orgánicas. La exposición a agentes tóxicos o infecciosos, como las arañas o garrapatas venenosas, y los incidentes traumáticos como los accidentes de coche, también son frecuentes en las historias de los gatos que han desarrollado un edema periférico.
En general, los síntomas visibles son casi imposibles de detectar en las primeras etapas del desarrollo de esta condición. Un examen físico puede revelar un aumento de peso inexplicable. Las áreas en las que el exceso de líquido puede hacerse evidente por primera vez son generalmente la garganta o el abdomen.