El tratamiento estará orientado en estabilizar la salud de la mascota y controlar los síntomas. Si requiere de oxígeno, el gato será hospitalizado. El veterinario podrá administrarle al prednisona (corticosteroides), antifibróticos y broncodilatadores para dilatar las vías respiratorias y facilitar la respiración del gato. También podría recetar antibióticos si se detectara una infección bacteriana secundaria.
El pronóstico de gatos con fibrosis pulmonar es malo porque normalmente se detecta muy tarde. Los síntomas no son evidentes hasta que la enfermedad no está muy avanzada.
Mientras dura el tratamiento se debería restringir la actividad física y eliminar cualquier posible exposición al polvo y humo. También hay que vigilar la alimentación porque la obesidad dificulta la respiración.