El tratamiento inicial consistirá en aliviar el dolor y promover la eliminación de cualquier residuo en los intestinos. Para lograrlo, el veterinario administrará ablandadores de heces, enemas o medicamentos.
Los corticosteroides se administran para regular la inflamación tras el diagnóstico y no antes. En caso de infección por agentes biológicos, se recetarán antibióticos o anti fúngicos, según sea el caso, para eliminar la infección.
La cirugía es aconsejable para ensanchar la abertura estrecha. En casos de lesiones extensas, puede ser necesaria la extirpación parcial o completa del canal. Se recetarán antibióticos para prevenir infecciones pre y postoperatorias.
La radioterapia o la quimioterapia se emplearán para eliminar tumores cancerígenos. Si la causa es un cáncer habrá que tratarlo lo antes posible para evitar metástasis.
Cuando el gato ya ha sido tratado, hay que estar atento a posibles complicaciones del tratamiento como desgarros rectales profundos, hemorragias, lesiones en las paredes intestinales o incontinencia fecal. Tras una intervención quirúrgica, conviene mantener a la mascota alejada de otras y limitar su actividad física. También convendría suministrar una dieta líquida y seguir las pautas del veterinario.