El tratamiento dependerá de la gravedad médica. El veterinario podrá suministrarle oxígeno a la mascota para ayudarla a respirar junto con terapia de fluidos para ayudar en el flujo de líquidos dentro del cuerpo del perro.
Los diuréticos han demostrado ser efectivos para reducir los edemas ya que trabajan para retirar el exceso de agua y líquidos del cuerpo animal. En este caso los vasodilatadores también pueden ser útiles para rebajar la presión arterial.
El perro necesitará descanso absoluto tras el tratamiento. Durante su recuperación, requerirá de observación continua dado que es una condición que tiene grandes posibilidades de recaídas. Será necesario tratar las causas subyacentes.