A veces los perros no presentan síntomas salvo vómitos, letargo, diarrea y falta de apetito. Sin embargo, cuando se realizan análisis, el índice de ácidos biliares siempre es excesivamente alto.
El hígado es uno de los órganos internos más importantes de los perros. Mantiene la salud del animal en estado óptimo realizando funciones como generar proteínas, almacenar el azúcar y, sobre todo filtrar toxinas.
Cuando los diminutos vasos sanguíneos dentro del hígado no se desarrollan de forma normal, se interrumpe el flujo de sangre y el hígado no funciona correctamente. Esta enfermedad se denomina displasia microvascular hepatoportal (MVD). Puede estar provocada por lesiones microscópicas en el hígado, por estrangulamiento debido a un músculo liso prominente que impide el flujo sanguíneo o por el desarrollo y posicionamiento anormal del propio hígado. Es una enfermedad genética rara que afecta en especial a razas de perros pequeños, como por ejemplo, yorkshire terriers, perros malteses, Cairn terriers, Spaniels tibetanos y Shih-tzu.
A veces los perros no presentan síntomas salvo vómitos, letargo, diarrea y falta de apetito. Sin embargo, cuando se realizan análisis, el índice de ácidos biliares siempre es excesivamente alto.
Hereditarias. Al ser una enfermedad genética, es complicada de definir: Un gen dominante puede no afectar a todos los miembros de la camada.
El veterinario primero preguntará por el historial médico del perro, el inicio de los síntomas y al ser una enfermedad genética por los antecedentes familiares. El veterinario realizará primero una exploración física y si el perro presenta daño cerebral y del sistema nervioso producido como consecuencia de una complicación de problemas hepáticos, es muy probable que sufra la enfermedad.
El veterinario solicitará una prueba de ácidos biliares séricos totales (TSBA) para detectar la enfermedad. El veterinario tiene tres pruebas fundamentales para el diagnóstico: el examen microscópico del tejido hepático, el examen de muestras del hígado mediante laparoscopia y biopsia por aspiración con aguja para el examen del líquido hepático.
La enfermedad no tiene cura y el veterinario deberá tratar de minimizar los síntomas y evitar que progrese. Si el perro no presenta síntomas, no es recomendable proporcionar tratamiento médico. Aunque siempre debe permanecer bajo el control del veterinario.
En caso de complicaciones severas como daño cerebral o del sistema nervioso, el perro deberá ser hospitalizado de inmediato para ser controlado adecuadamente. Un tratamiento médico adecuado y una dieta baja en proteínas ayudará a la recuperación.
De momento, no es posible eliminar la MVD de una línea genética o raza en particular. Si el perro pertenece a una familia en la cual se ha detectado alta incidencia de esta enfermedad, el dueño tendrá que estar atento a posibles síntomas.