Los síntomas dependen de la parte del cerebro afectada:

• Movimientos descoordinados
• Colocación anormal de las extremidades al andar
• Ligero temblor de cabeza y cuello
• Crisis epilépticas
• Pérdida de visión
• Otros síntomas neurológicos

Las causas son múltiples. En algunos casos es una enfermedad hereditaria pero también puede estar relacionada con la edad del animal; con lesiones neuronales por tóxicos o déficit nutricionales (deficiencia de vitamina E) o ser consecuencia de enfermedades neurodegenerativas. 

El veterinario realizará pruebas de conteo sanguíneo completo, perfil químico sanguíneo y análisis de orina para establecer un diagnóstico diferencial con el fin de excluir otras enfermedades y determinar la causa correcta de la afección. El veterinario normalmente utilizará estudios electrofisiológicos para el diagnóstico: electroencefalograma o electromiografía para detectar problemas neuronales. También podría realizar una biopsia del nervio para detectar esferoides neuroaxonales que confirmen la enfermedad.

El veterinario también preguntará por antecedentes familiares y podría sugerir realizar un test de ADN para descubrir qué mutaciones tiene el gato en sus genes.

Por desgracia, en muchas ocasiones el diagnóstico concreto se realiza durante las autopsias de los gatos afectados.

Actualmente no existe un tratamiento específico que mejore el cuadro clínico o que retarde su evolución. El veterinario trataría de controlar los síntomas para mejorar la calidad de vida y para ello puede utilizar anticonvulsivos, dietas especiales,... También es muy útil restringir la actividad física con el objetivo de evitar caídas. 

Esta enfermedad puede no ser letal, pero sin embargo, siempre suele conducir a la incapacitación de la mascota.