Orina sanguinolenta, orina frecuente, dificultad para orinar, obstrucción uretral por pólipos, falta de apetito e infecciones recurrentes del tracto urinario.
La cistitis polipoide es una infección urinaria que afecta a la vejiga y que está caracterizada por la presencia de pólipos (protuberancias redondas y carnosas) en la superficie de la vejiga.
Los pólipos pueden provocar úlceras que expliquen la presencia de sangre en la orina.
Orina sanguinolenta, orina frecuente, dificultad para orinar, obstrucción uretral por pólipos, falta de apetito e infecciones recurrentes del tracto urinario.
Infecciones recurrentes en las vías urinarias y/o cálculos urinarios en la vejiga.
El veterinario realizará primero un examen físico de la vejiga y pedirá análisis completos de sangre y de orina.
Para un correcto diagnóstico, el veterinario puede necesitar una citoscopia o una cistotomía. Esto es introducir una pequeña cámara en la vejiga o abrir quirúrgicamente la vejiga para poder ver los pólipos. En muchos casos, también será necesario una biopsia para descartar la presencia de carcinomas en la vejiga.
El veterinario también puede requerir de pruebas de imagen para determinar la cantidad y el tamaño de los pólipos. Para ello lo más habitual será realizar una cistografía de contraste.
El veterinario extirpará quirúrgicamente los pólipos. Según el tamaño y la ubicación de los mismos será necesario o no abrir la vejiga (cistotomía).
En los casos más graves, podría ser necesario extirpar parte de la vejiga.
Siempre será necesario tratar las causas subyacentes que provoquen la infección de la vejiga. Normalmente será necesario recetar antibióticos y antinflamatorios.
El veterinario realizará un seguimiento del tratamiento. Normalmente se utilizan cultivos de orina para poder ir viendo la evolución. Normalmente esta enfermedad tiene un buen pronóstico.