Los enfoques terapéuticos varían según la causa de la enfermedad. Hay perros que no tienen ningún problema con una frecuencia cardíaca de 40 o 50 latidos por minuto y no presentan síntomas y por lo tanto no requieren de tratamiento. En cambio, otros pueden tener que ser hospitalizados en una situación grave en la que requieran de una terapia de líquidos intravenosos para estabilizar la situación.
Las restricciones en la actividad no serán recomendadas a menos que el perro padezca de bradicardia sinusal debido a una enfermedad cardíaca estructural. En estos casos, lo más recomendable sería una intervención médica y/ o quirúrgica. El veterinario podría considerar que la mejor opción fuese colocar un marcapasos.
El pronóstico general a largo plazo dependerá de la enfermedad subyacente, si existe una. Si el perro fuese sometido a cirugía, lo recomendable sería que guardara reposo durante su recuperación. El veterinario querrá realizar seguimientos adicionales según el diagnóstico final.