Dolor, fiebre, letargo, falta de apetito, inflamación de articulaciones y cojera de la extremidad afectada. Además la articulación afectada estará caliente al tacto.  

El agente infeccioso puede haber llegado a la articulación desde el exterior por lesiones, mordeduras o cirugías. O también podría ocurrir que llegará a través del torrente sanguíneo por una infección en otra parte del cuerpo.

El veterinario primero realizará una exploración física para tratar de detectar inflamaciones en las articulaciones. También realizará un análisis completo de sangre y de orina para determinar el estado de salud general del perro. Gracias a los análisis podría detectar la presencia de bacterias o índices anormalmente altos de glóbulos blancos que implicaría que el cuerpo está luchando contra una infección.

Para determinar la situación de la articulación, el veterinario utilizará las radiografías. Los rayos X pueden mostrar destrucción del hueso, espacio articular irregular o exceso de líquido articular.

Para un diagnóstico definitivo, el veterinario extraerá una muestra del fluido articular y lo analizará. El análisis es muy útil para el tratamiento porque determinará cuál es el agente infeccioso.

Si la infección fuera sistémica o vinera de otro órgano, los datos de las analíticas de sangre y de orina deberían ayudar a diagnosticar la causa subyacente y el tratamiento más adecuado.

El tratamiento deberá hacerse lo antes posible y si se detectara en las fases iniciales, con la receta de antibióticos sería suficiente.

Si la infección fuera aguda, el veterinario recurriría a la cirugía para drenar y lavar las articulaciones afectadas.

Es muy útil aplicar alternativamente frío y calor en la articulación para bajar la hinchazón. El frío y el calor potencia el flujo sanguíneo y también serviría para acelerar la cicatrización en caso de que el veterinario decidiera operar.