Pérdida de peso, vómitos, aumento de sed, aumento de orina, fiebre, agrandamiento del abdomen, hinchazón, ictericia, palidez, corvejones hinchados, inflamación articular, dolor en las articulaciones y falta de energía.
La amiloidosis hepática es una acumulación de la proteína amiloide en el hígado a menudo como una forma secundaria a un trastorno inflamatorio o linfo-proliferativo subyacente.
El amiloide es una proteína que se produce en la médula y sirve para transmitir la información entre las distintas neuronas del sistema nervioso. Una acumulación compromete el normal funcionamiento del hígado.
Por lo general, la amiloidosis primero desarrolla signos renales, aunque en algunos casos se desarrollan síntomas de insuficiencia hepática primero.
Pérdida de peso, vómitos, aumento de sed, aumento de orina, fiebre, agrandamiento del abdomen, hinchazón, ictericia, palidez, corvejones hinchados, inflamación articular, dolor en las articulaciones y falta de energía.
La amiloidosis hepática normalmente es una afección secundaria a inflamaciones crónicas del hígado o tumores. Raras veces se presenta como una enfermedad primaria ligada a trastornos de las células plasmáticas.
Deberá proporcionar un historial completo de la salud de su perro, incluido un historial de síntomas y la naturaleza del mismo así como posible incidentes que lo haya provocado. El veterinario realizará un examen físico y también ordenará un perfil químico de sangre, un hemograma completo, un análisis de orina y un panel de electrolitos para empezar. El perfil químico de la sangre puede mostrar un nivel alto de enzimas hepáticas y hipoalbuminemia.
También se debe realizar un perfil de coagulación para verificar la función hepática e imágenes de rayos X y ultrasonido, que permitirán revelar anormalidades en el hígado (agrandamiento y alteraciones estructurales principalmente).
Si el veterinario lo viera necesario, tomará muestras del tejido del hígado y órganos circundantes para su análisis. A los perros con hinchazón en las articulaciones se les deben tomar muestras en las articulaciones para la citología y de esta forma confirmar o descartar la presencia de tumores malignos. La composición de cualquier fluido que se haya acumulado en el abdomen también se puede analizar en el laboratorio.
Este síndrome es difícil de tratar y tiene un mal pronóstico. El veterinario tratará de minimizar los efectos de la enfermedad. Normalmente recetará una dieta baja en proteínas y hepaprotectores para que el hígado no sufra estrés. Fármacos como la colchicina pueden retrasar la progresión de la enfermedad.
El veterinario realizará transfusiones de sangre en caso que el perro haya perdido mucha sangre o una intervención quirúrgica si detectara que el lóbulo del hígado se hubiese roto.