Gruñir, morder, levantar los labios, chasquear y embestir a otro perro. Estas conductas pueden ir acompañadas de posturas y expresiones corporales temerosas o sumisas, como agacharse, meter la cola debajo, lamerse los labios o retroceder.
La agresión intraespecie es a menudo un comportamiento normal que ocurre en perros machos no castrados. Los signos comunes de este patrón de conducta comienzan a aparecer cuando el perro alcanza la pubertad, entre los 6 a 9 meses o cuando madura socialmente a los 18 a 36 meses.
En general, la agresión es un problema entre perros del mismo género. En algunas ocasiones, los perros pueden volverse excesivamente agresivos debido al aprendizaje y a factores genéticos.
Gruñir, morder, levantar los labios, chasquear y embestir a otro perro. Estas conductas pueden ir acompañadas de posturas y expresiones corporales temerosas o sumisas, como agacharse, meter la cola debajo, lamerse los labios o retroceder.
Las causas que conllevan la agresión pueden ser diversas. Un perro puede volverse agresivo debido al abuso, negligencia, encuentro traumático con otro perro o falta de socialización durante las primeras etapas de vida. Otros factores que influyen en la adquisición de la conducta agresiva es el miedo, alguna condición médica dolorosa, protección del territorio y el estado social.
No existen procedimientos estándar para diagnosticar la agresión entre perros. Las pruebas bioquímicas de sangre y análisis de orina no aportan ninguna información a menos que la causa de la agresión sea un trastorno o enfermedad subyacente.
Si el veterinario sospecha que es de origen neurológico, se podrá utilizar la resonancia magnética para determinar si se trata de una enfermedad del sistema nervioso central o cualquier otra afección neurológica existente.
Lo primero es acudir a un veterinario especializado en etología. Normalmente, el tratamiento se centra en controlar la conducta del animal. Si se detecta que el origen de la agresión es por miedo, ansiedad o dominio territorial, se pueden recetar pequeñas dosis de antidepresivos e ansiolíticos. Un tratamiento exitoso se mide por la disminución de la gravedad o la frecuencia de los incidentes.
Evita situaciones que fomenten el comportamiento agresivo y mantente lo más alejado posible de otros perros mientras controlas la actitud agresiva de tu perro. Entrena a tu perro para sentarse y relajarse con señales verbales o con pequeños alimentos como recompensa.
Si no sigues las recomendaciones de tu veterinario, el perro puede sufrir recaídas. Las recomendaciones del tratamiento deben implementarse durante toda la vida del perro.