El síntoma más común es la hemorragia. Si el aborto fuera espontaneo podría encontrar el feto muerto.

Las causas más comunes en abortos espontáneos es el desequilibrio hormonal. También, la interrupción puede deberse a infecciones bacterianas por Brucilla canis o por el contagio del parásito Neospora caninum. Algunos hongos pueden provocar el aborto, ocasionando un sangrado excesivo en el útero (conocido como aborto micótico).

Si la mascota sufrió un aborto espontáneo, el veterinario buscará signos de una enfermedad subyacente o una infección. Para ello, realizará un examen físico completo acompañado de un examen de sangre, perfil sanguíneo y análisis de orina. Las pruebas revelarán la presencia de bacterias, parásitos o rastros de infecciones subyacentes.

La ecografía es una herramienta importante después de un aborto espontáneo debido a que en ocasiones, el perro no puede expulsar toda la materia del embarazo, lo que podría provocar una infección o hemorragia interna.

Tras sufrir un aborto, el veterinario le administrará antiinflamatorios, antibióticos y/o antimicóticos para tratar cualquier infección y mejorar la inflamación. Además, deberá retirar los restos de tejido placentario y limpiar a la mascota para evitar infecciones posteriores.

El perro necesitará descansar en un lugar tranquilo y en estricta observación dado que, después del aborto, puede presentarse una gran cantidad de molestias y sangrado vaginal o flujo anormal.